Junto a los niños y niñas de Primaria pintamos un mural para hacer más linda nuestra escuela y realizar un trabajo colaborativo.
El proyecto
El proyecto del mural surgió a fines de 2020 cuando retornamos a la presencialidad, luego de la etapa más dura de la pandemia. Por la distancia, notamos que el hábito de compartir se encontraba algo difuso y se presentaban algunos conflictos en la convivencia, sobre todo entre niños y niñas de distintas clases, ya que no se habían visto personalmente durante todo el tiempo que nos encontramos por Zoom.
Pensamos que hacer un mural que involucre a los niños y niñas de toda la escuela era una buena actividad para que se reencuentren alrededor de una tarea que disfrutan y que les hace trabajar en conjunto con un fin compartido.
Además de embellecer el muro de la huerta que estaba en blanco y disponible para llenarlo de colores y nuevas creaciones, también nos pareció importante que los chiquilines vuelvan a apropiarse del espacio físico que extrañamos por tanto tiempo.
¿Cómo fue el proceso de creación?
Primero decidimos que íbamos a realizar un paisaje, ya que iba muy bien con el entorno de la huerta. Luego, cada clase decidió qué parte del paisaje quería hacer, esto les hizo tomar decisiones en colectivo; a veces llegaron a acuerdos a través de la palabra y otras veces por votación, «como en la democracia», dijeran.
El grupo de 6.° año pintó la frase de Fernando Mirza que da título a nuestro mural: «Somos uno con el universo», que habla de la unión y conexión que tenemos entre las personas, con la naturaleza y el entorno que nos rodea.
Los niños y niñas de 5.° año realizaron el atardecer del cielo. El grupo de 4.° año decidió sumarle una cascada a ese paisaje, y tras varios bocetos colectivos e individuales llegamos a la indicada. El grupo de 3.° quiso que aparezca un conejo lector en esa pradera, el cual fue dibujado en un gran papelógrafo y cada integrante dibujó una parte distinta. Finalmente, cada niño y niña de 2.° diseñó un animal que habita ese espacio y 1.° dibujó insectos en el pasto y flores; ya que son los niños y niñas más bajitos y tenían que alcanzar a pintarlo.
Con las decisiones tomadas, pasamos al momento de hacer el boceto; primero lo realizamos en papeles y luego lo llevamos con crayola a la pared, viendo que sea de un tamaño adecuado para que quede armónico en el paisaje.
Ahí se vino la parte más linda, el momento en que aparecen los colores, nos manchamos las manos y ponemos los pinceles en acción. Nos propusimos trabajar con los colores primarios, blanco y negro para poder realizar las mezclas y obtener la paleta de colores que deseábamos, tarea que disfrutamos mucho. Cuando ya tuvimos los colores nos pusimos a pintar, lo hicimos en pequeños grupos para que sea más cómodo, fueron pasando todos y todas dejando su huella.
Lo fuimos haciendo en varias etapas y fue lindo ver como íbamos armando el gran puzle y completándolo; el proceso de pintura nos llevó alrededor de dos semanas y lo disfrutamos un montón.
Es un muro que nos recuerda que en conjunto podemos hacer grandes cosas.
Lucía Reynaud
Profesora del equipo de plástica y adscripta de Primaria
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